Quiero utilizar este blog para difundir un concepto que me parece que necesita más espacio en la literatura sobre grupos minorizados y oprimidos. Me refiero al racismo marrón, o más bien racismo antimarrón, es decir, el racismo que se dirige hacia las personas entendidas como marrones. Este concepto, de hecho, es la base que me ha impulsado a crear este blog, es su corazón. Pero ¿qué es?
El racismo, como ya sabréis, es una ideología que sitúa a las personas de piel entendida como blanca en lo alto de una jerarquía que justifica la opresión de todas aquellas otras personas cuya piel no se entiende como blanca. Así, cuanto más blanca sea leída una persona, más alto estará en la jerarquía. Los ojos claros, el pelo rubio, la piel pálida son elementos que se consideran más blancos. Por el contrario, cuanto más negra sea leída una persona, más baja será su posición en esa jerarquía. Los ojos marrones o negros, el pelo moreno o negro, la piel oscura son elementos que se consideran no blancos.
El racismo por tanto es un
sistema gradual que afecta especialmente y en su forma más visible a las personas que son leídas como poseedoras de los rasgos que se entienden como menos blancos, y que en un pensamiento binario de opuestos han resultado ser los rasgos leídos como negros
y africanos. Por ello, el cabello liso es más apreciado que el rizado. La piel que enrojece bajo el sol en lugar de ponerse morena es más apreciada.
El racismo que sitúa a les entendides como blanques en lo alto, como consecuencia también diferencia rasgos que no se consideran pertenecientes a las personas de lo alto de la jerarquía, aunque estos rasgos no sean entendidos como negros. Por tanto, los ojos entendidos como redondos son más apreciados que los entendidos como rasgados. Las narices vistas como afiladas y con tabique nasal no prominente y, preferentemente, apuntando hacia arriba, son más apreciadas que las que se ven como anchas, con tabiques prominentes, o con curvatura hacia abajo.
Esta lista podría seguir durante páginas y páginas comparando una enorme cantidad de características humanas. Prefiero detenerme aquí, ya que imagino que se entiende que intento explicar que todas las características son valoradas en una jerarquía que tiene a las personas entendidas como blancas y del norte de Europa como superiores.
En general, aunque el concepto de racismo se comprende así, en la práctica se utiliza como el rechazo "blanco" a les "negres", "asiátiques", "indies", "indígenas", "amerindies" y demás. Es decir, como racismo negro, racismo asiático, racismo amerindio, etc. Que en realidad por supuesto lo que es, es racismo antinegro, antiasiático, antiamerindio, etc.
Además de esto, por supuesto, la sociedad en general también sabe de la existencia de los racismos dirigidos hacia esos grupos que abundan entre les blanquees y que son considerados como pertenecientes a razas diferentes, como las persona de etnia gitana o les judíes. Estos racismos, como digo, se basan también en la creencia de razas diferentes, que aunque no se sepan distinguir con seguridad, se entienden como biológicas y por tanto algo muy diferente al tipo de opresión que se sufre por motivos de xenofobia o de fobia por la pertenencia a una religión concreta.
A mí me parece que el uso común del término racismo como explico aquí arriba conlleva una invisibilización de esa jerarquía gradual que valora distintos elementos entendidos como biológicos y raciales. Esa jerarquía hace que personas que no están en su cima también sufran racismo, aunque en principio no sean entendidas como pertenecientes a otras razas que aquella que es considerada la superior, es decir, la blanca.

Y con esto llego al
racismo marrón, es decir, el dirigido a personas consideradas como marrones. Es decir, personas que no son entendidas como negras y por tanto no son objeto del racismo entendido tradicionalmente, pero que son objeto del mismo tipo de opresión que se basa en características físicas y biológicas que son entendidas como raciales. Características consideradas
per se como no blancas y por tanto como inferiores.
Sin duda, las personas marrones también están posicionadas formando una jerarquía dentro de esta ideología. Cuanto más elementos posee una persona que son vistos como no blancos, y cuanto más visibles son estos, más marrón es la persona. Y por tanto más fácilmente sufrirá el racismo marrón en su versión más clara, que es, por supuesto, la que misma que la del racismo negro. Evidentemente porque estas personas más marrones son entendidas como más cercanas a ser negras. Así por ejemplo una persona de Sri Lanka con la piel oscura, el cabello negro y los ojos marrones tiene para esta ideología un grado de pardura tal que la hace visible de forma constante como objeto de la opresión racista. Las personas no consideradas como pertenecientes a la raza blanca pero que no son tampoco consideradas como pertenecientes a la raza negra, son el exponente más visible de este racismo marrón.
Pero eso no significa que las personas marrones que no son tan visibles no sufran el mismo tipo de opresión racista. Incluso dentro de la supuesta raza blanca de la división tradicional en razas hecha por este sistema ideológico se encuentra este racismo marrón. Y así en un extremo tenemos a les europees y sus descendientes en los demás continentes que tienen el pelo rubio, los ojos claros y la tez pálida-rojiza como les máximes exponentes de blancura. Son les verdaderamente blanquees. Y con ello en el resto del abanico tenemos a todes les demás europees y sus descendientes, eses de pelo, ojos y tez no tan claros, situades en una posición inferior, de semiblanques, o lo que es lo mismo, de marrones. Y por tanto, objeto del racismo que se dirige a las personas marrones.
El racismo marrón, cuando no es idéntico el racismo negro, se expresa de formas diferentes. La más clara es su
negación. Poques son les que hoy niegan la existencia del racismo negro, aunque no lo quieran reconocer en sí o en su entorno. Sin embargo, negar el racismo dirigido a personas vistas como marrones pero que en teoría pertenecen a la
superior raza blanca es una constante. Para ejemplo solo hay que leer
esta entrada en la que cuento una experiencia personal. Consecuencia de esta negación es la
falta de protección que les individues considerades como "blanquees pero marrones" tienen ante la opresión que sufren.
Ni legalmente, ni políticamente, ni socialmente hay una conciencia de las dificultades que afrontamos. Tampoco
a nivel personal muches individues marrones son capaces de señalar el motivo de su marginación, de su aislamiento, de su discriminación, creyendo con frecuencia que las experiencias que tienen son fruto de la casualidad, de su propio comportamiento individual, de la actitud incomprensible de la persona en concreto que les oprime, fallando así en reconocer el carácter estructural de esas vivencias y por ello siendo incapaces de reaccionar, organizarse, combatir la opresión.
A menudo la negación del racismo marrón es camuflada en su sustitución por otros tipos de opresión como la xenofobia, la islamofobia, el clasismo, etc., desviando con ello el foco de atención de su carácter puramente racial biologicista. Cierto es que muchas personas que son objeto del racismo marrón también sufren xenofobia al ser procedentes de otras naciones o descendientes de antigües inmigrantes. Del mismo modo muchas personas marrones son objeto de islamofobia, antisemitismo (ahora centrándome en el factor religioso), hindufobia, catolifobia o cualquier otra fobia dirigida a cualquier religión que no sea el cristianismo protestante que es la que reina entre les "verdaderamente blanquees". No cabe duda de que el clasismo afecta a las personas marrones de forma especial, ya que el propio racismo marrón crea estructuras que conllevan una tendencia a tener un menor poder adquisitivo que el de las personas no marrones. Cierto es que las personas leídas como mujeres marrones sufren la opresión sexista. Y un largo etcétera. Pero esto no muestra más que el carácter interseccional que las opresiones poseen, y no dice nada de la falta de existencia de un racismo dirigido en particular a personas cuya biología es leída como marrón.
Por otra parte, muchas personas marrones tienen una tendencia a negar su propia opresión (como explico en
esta entrada). Para ello a menudo también usan como explicación el haber comprobado su
atracción sexual para algunas de las personas "verdaderamente blancas", siguiendo la lógica del
"si quiere follar conmigo no es racista". En estos casos lo que yo veo es una falta de reconocimiento del
poder erotizante que tiene el racismo y la exotificación. Tener estatus de persona blanca y desear cuerpos marrones o negros no elimina per se el racismo. Al contrario, una persona que se entiende como blanca y que dice desear
solo o más los cuerpos negros y marrones lo que está haciendo es reforzar esas estructuras racistas a través de una cosificación de esos cuerpos. Y no olvidemos que dicho comportamiento se inscribe en una
larga tradición imperialista blanca de colonización y sometimiento de cuerpos no blancos.
El racismo marrón cuando es dirigido a una persona que en principio es considerada como "blanca", tiene al mismo tiempo el doble filo de también situar a esa persona en una posición más alta de la jerarquía racista. Por ello, otras personas posicionadas en niveles inferiores de esta ideología, con seguridad viven a la persona marrón como opresora, porque sin duda también lo es. En un grupo de gente leída como negra, la persona marrón supuestamente blanca sigue siendo blanca. En un grupo de gente más marrón, la persona menos marrón sigue siendo blanca. Esto conlleva una doble falta de reconocimiento del racismo marrón. Por una parte, las personas que se entienden como blancas aunque son objeto del racismo marrón creen no tener nada en común con la opresión que viven otras personas "que sí que son marrones y negras", porque no son entendidas como blancas en esa división tradicional de razas. Por la otra parte, las personas que no tienen el privilegio de pasar por blancas no ven en esas personas menos marrones pero todavía marrones posibles aliades con les que combatir el racismo que les afecta a todes.
Por tanto, creo que el primer paso para luchar contra el racismo, sea cual sea, es identificarlo y no negarlo. Visibilizar las estructuras que lo refuerzan. Tomar conciencia de la pertenencia a un grupo oprimido y de la opresión que nosotres mismes ejercemos sobre otres. Y para ello mostrar una imagen compleja del racismo como ideología en la que hay una jerarquía gradual que afecta también a grupos que en la imaginación colectiva se ven como inmunes y/o solo como opresores.